Frigitrez


el sábado salí con él. me sentí Erzsebet. él estaba contento, yo nada sientía. ya lo dije, tiempo que nada siento. aunque decir tiempo es mucho. el tiempo para mi no existe. soy una condesa sentada en el medio de la nieve, sobre un trono de lobos muertos. allí estoy, pálida, los labios enrojecidos. yo lo amo. no puedo negar que lo amo. pero algo sucede conmigo. estoy apagada. tengo una tendencia a la autodestrucción yerta que no me sé explicar. no quiero vicios, no quiero amantes. sólo quiero estar muerta. quizás, me he dicho, quizás pudiera causarme emoción una muñeca autómata, una doncella de hierro, una virgen terrible de esas que fabricó el relojero Dolna Krupa para ella, para mi alterego del pasado, mi horrenda madre. quizàs, sí, quizas necesite un reloj mujer que vaya y abrace a una criada -la nana- y en pleno abrazo, eyecte sus sables. quizás, me digo, jugando a ser de Erzsebet en Csejthe, quizás me cure. no sé. me gusta la blancura de la nieve, el frío, mi boca roja que sangra, gotas perfectas sobre el manto luminoso. la lejanía. así, allí, estaba yo el sábado. él me hablaba, me tocaba, y yo recta sobre el asiento mirando sin mirar a Anthony Kiedis en los monitores, sin camisa, musculoso. él tampoco me producía nada. ni Bono, que vino después, ni los chicos Gallagher, que sucedieron a Bono. nada, nada me excita, nada enciende la llama de mi entrepierna. estoy congelada, y se siente bien esta muerte de vampira. sé que en cualquier momento puedo estallar, eso sí. sé que puedo herir. tengo miedo, pienso en mi niño, pienso en èl. no debería hacerles daño. quizás, si me tomara de verdad el sertaline que me recetó el siquiatra. quizás deba pellizcar la piel de mi alma con los alicates del amor. dejarme amar, sí, eso debería, salir de estos mundos de ficción en los que me pierdo. no sé, nada siento, y el sábado estaba allí, a su lado, en aquel local, reina del frío, reina de la noche, reina de su alma enamorada, pobre de él, no quiero hacerle daño. pero quizás deba de empezar a dejarme de hacer daño yo misma.



1 comentario:

La Gata Insomne dijo...

esta lectura me trajo a la cabeza el clima de una novela de Sarah Waters que acabo de leer, El lustre de la perla,

después que tome el sertraline, sentirá menos