si la tierra girará, si diera vuelta en U sobre los amos del mundo y el sol resplandeciera sobre sus rostros, veríamos una bolsa blanca y lisa cubriendo sus rostros en la aureora boreal.
dime tú, mi señor, dime tú qué hay detrás de tu oscuridad, dame una respuesta que aplaste la infinita angustia de no tener palabras que decir en esta noche vacía y fría y saturada de nieve.
soy la loba que espera sobre la colina, tengo una pata herida y lloro en silencio. en la distancia aúllan los innobles. sólo tu callas. sólo tú y sólo yo y sólo la nieve.
todos esos aullidos y todos los grillos y todo el bramido del río y el siseo de la montaña, los tambores apagados del viento entre las ramas, nada de eso se escucha, nada de eso es sonido. son apenas trampas del silencio, ilusiones.
y yo aguardo, aguardo en mis cuartos traseros, en la boca el sabor a sangre y en la pata la herida que se congela. fría sobre la nieve soy.
más allá, tus ojos, más allás los ojos de los dragones, de los draculs. y mi castillo es una roca gélida, y las masmorras están ahítas de sangre seca, y la dama-reloj desfallace en sus últimos suspiros herrabundos. ya nada queda de lo que fui.
sólo soy la espera, ni siquiera la esperanza. la espera. la espera en la colina, hipnotizada a distancia.
una mujer llora, un niño llora. alguien los devora. y yo no soy más que una estatua sobre sus cuartos traseros, congelados, intactos en su centro, cerrados dentro del cinturón de castidad que les has impuesto.
te anhelo, tu piel espesa, tu mal aliento, tu verga caliente. te anhelo, pero tú has optado por el castigo. me haces esperar, lo sé. o eso por lo menos creo.
me dices que me quieres, que me quieres mucho, pero que no me confunda. me quieres pero no sabes si serán posibles otras cosas conmigo. el amor, por ejemplo. el sexo, nada más, nada menos. el sexo, el polvo, sí. porque eso de hacer el amor es un somera estupidez que las de nuestra raza no nos podemos permitir.
y yo pienso en un atardecer marino y tropical. en una piscina, en una cocada, en una sonrisa, en mis senos al sol, las piernas, humana con hilo dental. y te veo viéndome, y te veo deseándome.
quizás llegue ese día en que se derritan las nieves y yo pueda ir a tatuar tu rostro. quizás llegue el día en que yo pueda marcar tus regiones, identificarte, darte forma. serás el hombre tatuado en la playa de mis días. serás el hombre tatuado en la luna de mis ensueños. serás el hombre tatuado en mi cama. te pintaré una sonrisa. te pintaré la palabra amor en la boca. te amo, me dirás cada noche, cada tarde, cada mañana, tú mi Golem tatuado, tú sobre mi cuerpo, tú llorando sobre mi, muerta de tanto placer que por fin me diste.
dime tú, mi señor, dime tú qué hay detrás de tu oscuridad, dame una respuesta que aplaste la infinita angustia de no tener palabras que decir en esta noche vacía y fría y saturada de nieve.
soy la loba que espera sobre la colina, tengo una pata herida y lloro en silencio. en la distancia aúllan los innobles. sólo tu callas. sólo tú y sólo yo y sólo la nieve.
todos esos aullidos y todos los grillos y todo el bramido del río y el siseo de la montaña, los tambores apagados del viento entre las ramas, nada de eso se escucha, nada de eso es sonido. son apenas trampas del silencio, ilusiones.
y yo aguardo, aguardo en mis cuartos traseros, en la boca el sabor a sangre y en la pata la herida que se congela. fría sobre la nieve soy.
más allá, tus ojos, más allás los ojos de los dragones, de los draculs. y mi castillo es una roca gélida, y las masmorras están ahítas de sangre seca, y la dama-reloj desfallace en sus últimos suspiros herrabundos. ya nada queda de lo que fui.
sólo soy la espera, ni siquiera la esperanza. la espera. la espera en la colina, hipnotizada a distancia.
una mujer llora, un niño llora. alguien los devora. y yo no soy más que una estatua sobre sus cuartos traseros, congelados, intactos en su centro, cerrados dentro del cinturón de castidad que les has impuesto.
te anhelo, tu piel espesa, tu mal aliento, tu verga caliente. te anhelo, pero tú has optado por el castigo. me haces esperar, lo sé. o eso por lo menos creo.
me dices que me quieres, que me quieres mucho, pero que no me confunda. me quieres pero no sabes si serán posibles otras cosas conmigo. el amor, por ejemplo. el sexo, nada más, nada menos. el sexo, el polvo, sí. porque eso de hacer el amor es un somera estupidez que las de nuestra raza no nos podemos permitir.
y yo pienso en un atardecer marino y tropical. en una piscina, en una cocada, en una sonrisa, en mis senos al sol, las piernas, humana con hilo dental. y te veo viéndome, y te veo deseándome.
quizás llegue ese día en que se derritan las nieves y yo pueda ir a tatuar tu rostro. quizás llegue el día en que yo pueda marcar tus regiones, identificarte, darte forma. serás el hombre tatuado en la playa de mis días. serás el hombre tatuado en la luna de mis ensueños. serás el hombre tatuado en mi cama. te pintaré una sonrisa. te pintaré la palabra amor en la boca. te amo, me dirás cada noche, cada tarde, cada mañana, tú mi Golem tatuado, tú sobre mi cuerpo, tú llorando sobre mi, muerta de tanto placer que por fin me diste.